El plato de hoy "Fabada".
Es un plato típico de nuestra maravillosa cocina española.
De origen humilde por sus escasos ingredientes, pero a la vez exquisito por la calidad de ellos.
Lo más importante para que te salga un rico plato, es la calidad de sus ingredientes. Las fabes, para los que no sois de mi tierra son alubias blancas asturianas. Tienen que ser de piel suave y por dentro mantecosas. Y el otro ingrediente imprescindible es el compango, osea la carne que acompaña y da el rico sabor ahumado al plato.
Se cocina más en los días fríos ya que es un plato contundente, te llena mucho la barriguita y te quedas muy agustito.
Aunque yo se lo pido a mi madre todas las semanas sea verano o invierno. Cualquier época del año es buena para degustar una buena fabada.
¡Ay qué rico!
Fijaros si me gustan que vine a las doce del gimnasio y tenía que comer algo para recuperar las energías, y me comí un plato de fabada, y dos si hacía falta. Porque no quedaba más... Si no... Me lo hubiera comido.
¡Qué bien me sentaron! Tuve energía para todo el día, jajajajaa.
Ingredientes:
500 grs. fabes
1 compango
1 cebolleta
sal
PREPARACIÓN:
Ponemos las fabes a remojo durante toda la noche. Por la mañana quitamos el agua y las ponemos en la cazuela con la cebolleta y un poco de sal, cubiertas de nuevo de agua fría. Con el fuego medio, cuando empiece a hervir desespumamos.
Bajamos el fuego para que se vayan haciendo a fuego lento y cuando haga falta se le echa un poquito de agua fría para ir cortando la cocción y no se deshagan las habichuelas. Siempre tienen que tener aguita, se añade un poquito según te lo vaya pidiendo.
Añadimos el compango, que es la panceta, el chorizo y la morcillita que le van a dar un buen sabor a la cazuela. Y empezará a coger más sabor aún, y un bonito color. No necesitará ningún colorante más. Se puede tostar un poco de azafrán y añadirlo al guiso, pero hazme caso, no lo necesitará.
A media cocción se le agrega un poco de sal y una vez esté hecho el guiso se vuelve a probar para rectificar. No pongas mucha porque la carne le va a dar mucho sabor.
Las dejamos a fuego lento sobre tres horas hasta que estén tiernas. No se mete el cucharón para moverlas porque se rompen, son muy delicadas. Se coge por las asas y se le da un meneito y listo.
Se dejan reposar para que se asienten los sabores y ¡a comer! Al día siguiente estarán aún más sabrosas.
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